Los motivos para hacerse vegano son de índole ética. Es la ética la que nos impulsa a optar por un estilo de vida justo con los demás. Un estilo de vida que voluntariamente rechaza formar parte de la cadena que perpetúa y legitima el sufrimiento y la muerte de los animales para satisfacer nuestros hábitos de alimentación y de consumo en general.
El veganismo es una apuesta por una vida que siga la máxima del respeto hacia los demás, sean de la especie que sean, no sólo de la especie humana. Poner en práctica el respeto adoptando un estilo de vida vegano es la manera en que hacemos visible a l@s demás que es injustificable explotar a los animales, y que es viable vivir sin hacerlo.
Nos hacemos veganos y veganas para rechazar la discriminación ancestral a la que el ser humano ha condenado al resto de animales. Porque el hecho de que esta discriminación exista desde siempre no la legitima. Como cualquier otra injusticia no es legitimada por el hecho de que haya existido durante mucho tiempo.
Si los animales te importan lo justo es que los tengas en cuenta. Pero tenerlos en cuenta no puede quedarse a medias. No hablamos de que ellos importen “pero menos”. Los animales son seres capaces de sentir el dolor y de buscar vivir sus vidas tal y como necesiten vivirlas. Como todos nosotr@s. Esto es lo único que nos debe importar a la hora de decidir si alguien importa o no. Poner en práctica ese respeto significa en la práctica adoptar el veganismo como estilo de vida.
Ser vegano o vegana está en manos de tod@s y cada un@ de nosotr@s. Es una decisión ética guiada por la justicia. Porque es justo dejar de formar parte de aquello que hace sufrir a l@s demás.
El veganismo no es un estilo de vida “extremista”. El veganismo otorga coherencia a nuestros valores morales.
Adoptamos un estilo de vida vegano porque rechazamos causar sufrimiento a los animales por el hecho de no ser de nuestra especie. Sabemos que sus vidas son tan importantes para ellos como la nuestra lo es para nosotros, y decidimos respetarlos. Respetarlos significa ejercer nuestro poder como consumidores no comprando productos provenientes de su explotación.
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